El sexo no siempre es felicidad
“El matrimonio es para mí la apostasía, la profanación del santuario de mi alma, violación de mi virilidad, la venta de mi derecho de nacimiento, la rendición vergonzosa, capitulación ignominiosa, la aceptación de la derrota”. Bernard Shaw.
i usted no siente atracción física por alguien o no le gusta tener relaciones sexuales, guarde la calma: es muy probable que sea asexual. Y no está mal, ser asexual no es ser antisexual, simplemente es otra forma de relacionarse con los demás. En un mundo donde la familia, la iglesia y el colegio tratan el tema del sexo en voz baja, mientras los medios, la publicidad y los amigos son el parlante incensurable de una actividad natural del ser humano, hay quienes prefieren otro tipo de relaciones, así como algunos disfrutan el blues y otros la salsa. Se trata de una revolución que nada tiene que ver con política, sotanas o mitos virginales, es la unión de muchas personas que decidieron hablar sobre lo que no les gusta (ni los calienta).
Desde 2001 se comenzó a hablar propiamente de asexualidad gracias a la fundación AVEN (Asexual Visibility and Education Network), que a través de foros virtuales en países como Estados Unidos, Inglaterra y España ha logrado, como su nombre lo indica, visibilizar esta condición que para muchos representa una forma de vivir que antes parecía silenciada. Según esta organización, una persona asexual “es alguien que no siente atracción sexual hacia otras personas. En contraste con el celibato, que es una opción, la asexualidad es una parte intrínseca de la persona. La asexualidad no hace que la vida sea peor o mejor, solo diferente de la vida de la mayoría de la gente sexual”.
Según Anthony F. Bogaert, profesor de Ciencias de la Salud Comunitaria y Psicología en la Universidad de Brock (Canadá), la asexualidad es una falta de atracción sexual por otras personas que, en la mayoría de los casos, sí hay una predisposición biológica (genes u hormonas prenatales que afectaron el desarrollo temprano del cerebro). Por otra parte, María Helena Villamil* activista colombiana y vocera a nivel hispanoamericano de la comunidad, afirma que esta tendencia es una toma de conciencia sobre la sexualidad de cada uno, sentarse a pensar si se quiere o no una relación con alguien más y de qué manera.
Prácticamente nadie sabe si es asexual o no, todos nacemos con una idea estereotipada sobre lo qué debemos sentir por otra persona y en nuestra adolescencia nos formamos un esquema de lo que debe ocurrir tarde o temprano en la intimidad. Según Bogaert y su libro Understanding Asexuality, hay muchas maneras de evaluar las atracciones sexuales (utilizando técnicas de laboratorio), pero el método más obvio es el de preguntarle a las personas si ellos tienen o no atracción sexual por otros. En contraste, la psicóloga, psicoterapeuta y especialista en sexología Rosa Guevara Quintero, cree que no hay una característica orgánica que incida en las relaciones sexuales: “la sexualidad no es un comportamiento instintivo sino aprendido por imitación, no es espontánea”.
El sexo no lo es todo
María se consideraba común y corriente hasta que las conversaciones juveniles sobre series, libros o sueños se volcaron hacia el sexo opuesto. “¡Mire ese niño, qué lindo!” era un lugar común al que sus amigas llegaban cada día, mientras ella simplemente pensaba que no quería gastar diez minutos de su vida hablando sobre alguien. “Cuando comencé a ver que todas las personas tenían la misma reacción frente a otras, me di cuenta de que algo no me cuadraba”, cuenta. Esto no quiere decir que si usted no morbosea a cada persona que ve en la calle es asexual, pero sí es un indicador que lo puede ayudar a orientarse sobre sus preferencias sin dejar que el ritmo de la sociedad lo acose. AVEN tiene un cuestionario que le puede ayudar a saber un poco más sobre sus tendencias.
María es diseñadora y artista. Cuando estaba estudiando cursó doble programa, por lo que no le quedaba mucho tiempo para estar en espacios de ocio donde el tema del sexo fuera el predominante. Incluso tuvo novios y relaciones sexuales, pero se dio cuenta de que no le producía placer o no tenía la experiencia soñada que contaban otras personas, “es como entender que todo el mundo va al baño menos tú”, afirma.
Un día, leyendo el libro Mi filosofía, de la A a la B y de la B a la A, de Andy Warhol, se sintió muy identificada con temas y episodios que el reconocido artista de pop art planteaba. Sabía que el estadounidense estaba muerto, pero si hubo alguien que pensaba como ella, podría haber más. Mientras estaba en España estudiando, siguió su búsqueda e indagó por internet y se encontró con el concepto de asexualidad en varios foros, “mi primera reacción, que aún tengo, fue de rechazo porque esa palabra es muy fuerte, ¿qué quiere decir?, que no tiene genitales, que es una esponja de mar o una ameba…”, dice María pero, sin nada que perder, propuso una reunión a la que llegaron cerca de ocho personas entre músicos, arquitectos y científicos y descubrió que podía hablar de todas esas situaciones en las que no tener un deseo sexual latente la hacía sentir diferente. Todos compartieron experiencias y de algún modo comprendieron que no era una rareza, ni estaban enfermos: simplemente tenían otra disposición frente a la relación con los demás.
Ser asexual no es un mito
Según un estudio realizado por el doctor Anthony Bogaert en 2004, entre 1 y 3% de la población mundial es asexual. Una cifra nada descabellada teniendo en cuenta que al menos 4% de la humanidad es homosexual. La doctora Quintero ha visto pacientes que tienen una inhibición del deseo, “generalmente vienen porque están preocupados de no tener un deseo sexual, sobre todo en las mujeres, aunque se ha ido modificando”, cuenta. “Hay como un asombro frente al tema de la asexualidad. Hablando en esos términos, el sexo es una opción, uno puede decir sí o no. Es como preferir helado de fresa o de chocolate: no tienen que pegar un grito en el cielo”, afirma María.
Para muchos, Internet ha modificado negativamente la forma como nos relacionamos con otros, pero en este caso ha ayudado a que aquellos que tienen preguntas encuentren comunidades que no solo los entiendan sino que los alienten a ser ellos mismos. Por ejemplo, AVEN tiene alrededor de 100.000 miembros activos y sigue creciendo. “Lo que me interesa realmente con el trabajo en la comunidad, es que esto no es una secta que capta gente, sino que es una manera de hablar y visibilizar un asunto para que esa normalización pueda ayudar a que un padre o un amigo le dé un buen consejo a quien tiene dudas”, dice la activista.
Hay un mito sobre las personas asexuales y es que no tienen sexo. “Hay unos que sí, muchas personas tienen relaciones pero dependen de un momento y circunstancias determinadas en las que el cuerpo responde sexualmente, pero eso no quiere decir que luego de tener relaciones tu deseo sexual aumente o se normalice”.
Asexualidad para todos los gustos
Recientemente, las redes sociales se inundaron de fotos con hombres y mujeres que tenían una carta con un as en la mano, más allá del trending topic, estos jóvenes buscaban sensibilizar al mundo acerca de lo complejo que es ser asexual pues no todos tienen un bajo deseo sino que hay diferentes tipos.
Un as de corazón significa ser alorromántico asexual, o que de vez en cuando siente atracción romántica por alguna persona, no importa su género.
El as de picas es para el arromántico asexual, aquel que no siente atracción sexual ni atracción romántica hacia personas de ningún género.
El as de diamantes pertenece al demirromántico, el demisexual, el gris arromántico y el gris asexual, personas que experimentan atracción romántica o sexual únicamente hacia personas con las que tiene una conexión emocional fuerte.
Y el as de trébol representa a esas personas que están inseguras de su orientación romántica.
Y, la verdad, no sabemos si las pintas de la baraja sean suficientes.
María se define como demisexual, actualmente está con una pareja con la que tiene relaciones, pero para ella la conexión se basa más en los gustos musicales, audiovisuales o vivenciales que comparten que en los encuentros íntimos.
Además de las nuevas generaciones digitales que han encontrado respuestas en la web, personas mayores han abierto otra puerta en este complejo tema: son gente que no sabía qué era la asexualidad y que, a pesar de todo, se casó y tuvo familia. ¿Tirar sin placer por deber? ¿Casarse sin amor? ¿Hacer todo lo anterior solo por procrear y cumplir la fórmula de lo que debe ser una “buena vida”? Cabe resaltar que, como hay diferentes tipos de asexualidad, cada persona la vive de distinta manera; lo importante es cuestionarse si le gusta o no le gusta. “El sexo es muy curioso, y toca empelotarse y estar desnudo con otra persona. Si uno piensa todo objetivamente es como un rito, yo creo que es muy sensual”, dice María.
Para el profesor Bogaert, los medios presentan un mundo exageradamente erótico, “ellos ejercen una presión social en las personas para adoptar un estilo de vida más sexualizado con el que al menos algunos están cómodos”, afirma. Además de los comerciales que son capaces de vendernos una cerveza a punta de imágenes de pechos y colas, se podrían cuestionar todas esas bondades del sexo que los medios de comunicación sacan de tanto en tanto. Para la doctora Quintero, “todo es un bombardeo de publicidad, porque no es que tengas sexo y te vuelvas saludable, es un tema mercantilista”. Hay que tener en cuenta que nadie se ha muerto por no follar.
¿Alguna vez tuvo sexo pero no lo disfrutó? Puede que sea asexual o simplemente no era el día, pero es válido pensar en que esta forma de interpretar las señales del cuerpo ayudan a que seamos más honestos y conscientes sobre lo que sentimos. Ser asexual no tiene nada que ver con perder la sensualidad y el erotismo, pero sí mucho que ver con dejar el rebaño social de “follar por follar”.
*Nombre cambiado a petición de la fuente
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