Jorge Martínez y cuarenta años de canciones Ilegales
Conocido como Jorge Ilegal, este cantante, músico y compositor suma cuatro décadas de carrera musical. En esta conversación recorre las páginas de su historia y se detiene en episodios decisivos para el rock de España.
Jorge Martínez está cansado. Son casi las ocho de la noche y no ha parado un segundo desde que llegó a Bogotá hace unos días. Cargando una guitarra y un amplificador camina a paso lento hacia la recepción de un hotel en el centro de la ciudad.
El músico acaba de volver de un taller de escritura de canciones al que lo invitó el Instituto Distrital de las Artes, Idartes, y que desbordó todas las estimaciones de asistencia. Martínez está acostumbrado a estos trotes: durante cuarenta años ha estado tocando con Ilegales, la banda que lidera, uno de los actos centrales del despertar del rock en España desde que empezó a hacer ruido por su natal Asturias allá por los años setenta del siglo pasado. Al día siguiente tendrá un conversatorio sobre el documental Mi vida entre las hormigas y, con solo una noche de descanso, se reunirá con su banda para cerrar el tercer día de Rock al Parque.
La presentación en diciembre de 2022 en dicho festival, en Bogotá, marca la culminación de una gira extensa celebrando cuarenta años de historia y canciones salvajes por Chile, Perú, Ecuador y más de una docena de ciudades en España.
Para aprovechar su paso por la capital colombiana, nos sentamos a hablar con el polifacético artista, con el coleccionista de soldaditos de plomo y guitarras eléctricas, con el rebelde que revisó con atención las páginas de la historia, diseccionando el lado más honesto del corazón humano con el rigor del entomólogo aficionado que ha sido desde niño. Jorge Martínez está cansado, debe guardar energía, pero recuerda y sonríe con generosidad mientras charlamos.
Parece que hay muchos mitos en torno a la Movida madrileña. Como si este momento cultural de España hubiera sido el inicio de toda la revolución musical del país...
Eso simplemente no es cierto. Había grupos anteriores, inmediatamente después del estallido punk. Yo estaba en alguno de ellos, en el 77. Y ya había bandas en el 76 haciendo música muy buena. Muchísimas bandas. Eran autogestionadas. Tenían su propio equipo de sonido. Montaban y desmontaban su equipo y hacían empresa muchas veces en varios sitios, otras veces los contrataban. Era llevar un poco el anarquismo a la praxis. Algunas bandas también tenían contratos con discográficas que les daban un tratamiento deficiente, incluso, creo que delictivo. No existía la independencia que luego llegó con el “hágalo usted mismo”. Los primeros debieron ser Los Cardíacos, en el año 78, que vendieron su casete por correo. Luego empezaron a aparecer sellos creados de un día para otro que editaban un montón de discos, algunos con cierta repercusión. Llegó un momento en que se generó una industria que superaba, o se comió una gran parte, de lo que las grandes multinacionales estaban trabajando. Estos chavales se movían muy bien por las emisoras, por los medios de comunicación. Los medios les acogieron como un soplo de aire fresco. Y sí lo era. Pero ya estaban pasando cosas antes de la Movida.
El problema fue que gran parte de estos grupos hacían gala de no saber tocar. Desde luego eran muy repetitivos, carecían de habilidades musicales y compositivas de todo tipo a la hora de escribir. Entonces se repetían. Era más de lo mismo. ¿Qué pasa con la Movida? Que llegó un momento en el que empieza a apagarse. Las bandas de Vigo son de las primeras que empiezan a aportar cosas a la música española. Galicia, sobre todo, era la punta de la lucha en ese momento, la capital gallega de la movida, con bandas como Siniestro Total, Golpes Bajos o Aerolíneas Federales. Trabajaban cosas, generalmente, con sentido del humor. Al margen estaba el País Vasco, con el rock radical. Aunque no les guste esa categoría. Eran así. Era un punk muy del catequismo comunista leído muy someramente, cuando se había leído. Y luego estaban los que hacían “el levante”, música de baile para el mariconeo de fin de semana. En Cataluña había entre mods y rockers. Andalucía estaba exhausta por lo mucho que había aportado durante los setenta al rock andaluz. Y poco más era lo que estaba pasando.
¿Y cómo entra Ilegales en ese escenario?
Nosotros estábamos en Asturias y éramos los únicos. Estábamos preparados para saltar y llevárnoslo todo. Yo había abandonado la facultad de derecho. Todos habíamos dejado cosas que estábamos haciendo para meternos de lleno en esto. Queríamos saber cosas. No solo estudiábamos cuestiones musicales, sino que queríamos saber cómo funcionaban los equipos y las técnicas de grabación. Nos habíamos preparado. En el 82 ya estábamos dispuestos para coger eso y potenciarlo. Existía una industria capaz de sustentar eso. Por eso tuvimos éxito de manera casi inmediata. A los quince días o así de lanzar el disco.
Así es: Ilegales, su disco debut, tuvo un éxito inmediato. ¿Cómo recuerdas el proceso de grabación?
Fue muy laborioso. Partes de la absoluta ignorancia, vas oyendo cosas aquí o allá. Estábamos en una época en la que la microfonía tenía un tipo de conexión muy diferente dependiendo del fabricante. Había una gran diversidad y yo conocía todas las conexiones. Absolutamente todas. Era un entomólogo de los equipos. Conocía todos los modelos de micrófonos, los sistemas que se utilizaban, las frecuencias de corte, cuál era el corte adecuado a cada altavoz. Con piezas de desecho de otras bandas ensamblamos un equipo que sonaba de puta madre. Yo tenía canciones desde antes del ejército. Empecé a componer algo interesante, o que haya llegado a grabarse, desde el 75. “Delincuente habitual” es de esa época, del 74 o 75. Le acabé dando su forma definitiva mucho después.
También fue la era de los sellos independientes. Servando Caballar fundó DRO para lanzar la música de Aviador Dro, Parálisis Permanente o Glutamato Ye-Ye. Ustedes dieron forma a Discóbolo…
Discóbolo salió un poco después. Montamos nuestra propia discográfica cuando nos fuimos de CBS, y ya habíamos pasado por tres discográficas. Este primer disco, que se reeditó en noviembre de 2022, en unos meses pasó por tres sellos discográficos diferentes. Después de ganar el concurso salió un disco pequeño con cinco canciones, luego un sencillo con Discos Arrebato. Inmediatamente después aparece el primer LP. Pocos grupos tenían LP en esa época, pero nosotros sí. Y aparece porque los del estudio en el que habíamos grabado las tres primeras canciones y las dos del sencillo veían que nos movíamos con mucha soltura, que estábamos muy preparados. “Joder, en esto invertimos. Coged nuestro estudio y os ayudamos en lo que sepamos hacer y vosotros hacéis el resto”, nos dijeron.
Nos llamaban de todas partes para tocar. Hubo épocas en las que tocamos trescientas veces en un año. Recuerdo estar en el escenario y se me iba la cabeza, porque los viajes eran constantes y no dormía. No sé qué hace el cerebro en esos casos. Pero me quedaba inconsciente. Y luego, pum, regresaba. Y me pasaba, a lo mejor, tres o cuatro veces en la presentación. Llegué a acostumbrarme. Creía que era algo malo en mí hasta que me fui a dormir.
Cuéntanos un poco de la tapa del disco que hizo Oukula Leele. ¿Por qué el hombre con la pistola en la sien?
A mí morir por propia mano me parece bien. Yo creo que es lo mejor que puede pasar siempre que hayas disfrutado la vida y te quieras ir del baile. Si uno se va del baile o de la fiesta cuando quiera o cuando ya le aburre me parece un privilegio. El día que no quiera vivir, no viviré. Pero, aun en momentos difíciles, siempre he elegido vivir. Los momentos difíciles son los que más ganas me dan de vivir, porque estoy hecho para afrontar dificultades, como probablemente estamos hechos todos. Las sociedades, los pueblos que están sometidos a presión por sus vecinos, por sus enemigos, son los que acaban desarrollando una serie de comportamientos y una cultura que les hace prevalecer en el tiempo. Las especies animales, todas las especies que hay en el mundo, se han adaptado a un nicho ecológico que en un principio les era hostil. Las dificultades les han dado forma. Eso es lo que te fortalece. Tener problemas es de puta madre. Tener problemas es algo que te hace duro y fuerte. Los animales que viven en un ambiente cómodo, en el que tienen mucho espacio y les sirven la comida a diario acaban degenerando y con enfermedades mentales. Le pasa a la gente que lo tiene todo. Yo tengo demasiadas cosas, sin lugar a duda. Pero soy tan desconsiderado y combativo que voy constantemente a las fronteras a buscar cosas nuevas.
Antes de que saliera la reedición por el 40 aniversario de Ilegales, celebraron esta fecha con un disco lleno de nuevas canciones. A muchas personas les incomodó que hicieran colaboraciones con Dani Martin o con Niño de Elche. ¿Cómo escogieron a los invitados?
Se armó una heavy. Pero, mira, después de publicadas las canciones, muchos, los más honestos, quienes aprecian la música y las demás artes dijeron “joder, ha sido un acierto”. Bah, yo apostaba, pero jugaba sobre seguro: sabía que iba a quedar muy bien, que estos músicos iban a aportar algo. Incluso aportaron por encima de lo previsto. Hubo gente alrededor que decía “guárdate las canciones para el nuevo disco y haz lo que hace todo el mundo: toca las canciones más populares con los artistas más populares”. Esa fórmula es exitosa, yo reconozco que sí. Produce una sinergia que hace que se venda muy bien el disco. Yo sé que a otras personas les iría bien. Es muy probable que a nosotros no. El público siempre nos lo pone difícil, pues espera que hagamos una barbaridad siempre que sacamos nuevo material. Y esta vez lo hemos hecho. Ahora fíjate: acabamos de editar un triple LP en una caja tremenda. “Es imposible que lo hagan”, dicen. Pues ya está, lo voy a hacer. Lo hicimos. Hay unas grabaciones en directo, con cada cachivache sonando por ahí. Escogí no las mejores, que suenan casi igual que el disco del 82. Joder, hay maquetas que incluso suenan un poco mejor. Pero escogí las que divergen más de la original. A lo mejor están aceleradas y no suenan muy bien, no arreglé demasiado el sonido. Pero lo estaba oyendo el otro día con Diego RJ en el sótano de Radio 3 y nos mirábamos y decíamos “Hostia, esto es rock and roll. Tío, esto tiene la puta chispa de los cojones”. En las maquetas las voces están enterradas entre amplificadores. Porque no estábamos enseñados a hacer las cosas por pista. Estábamos experimentando, eso sí, porque era la primera vez.
Ha habido una fascinación en tus letras por lo bélico. No en vano el disco con el que empezaron la celebración de 40 años se llama La lucha por la vida. “Si no luchas, te matan”, parece decir toda una historia de composiciones. ¿De dónde nace este interés?
Lo bélico forma parte de la naturaleza de los seres vivos. Todos tienen esa parte belicista. En cuanto a mí, y probablemente para muchos individuos, el guerrero y el pacifista están en la misma persona. A mí me parece un ejercicio repugnante negar la propia naturaleza bélica. Somos como somos. Siempre pongo el ejemplo de que cuando llueve y cavas en la tierra, ese olor a tierra, el petricor, es una guerra química entre las bacterias. Todos los seres vivos han combatido desde el principio de su existencia. Lo que pasa es que la capacidad destructiva de los humanos ha crecido tremendamente de la mano del desarrollo tecnológico. El canto de los pájaros es un grito de guerra. Konrad Lorenz y Nikolaas Tinbergen hablan de eso. El grillo tiene un cántico de reclamo sexual, pero tiene otro que es de guerra. Yo los distingo, porque los he estudiado como entomólogo aficionado.
Para cerrar, y hablando de eso, está esa distinción que te interesa entre la cigarra y la hormiga. La hormiga muere trabajando, la cigarra cantando.
Eso tiene más que ver con las fábulas. Todos los seres humanos podemos ponernos cualquiera de los dos trajes. El traje de cigarra es más difícil de llevar. Nos vemos a veces condenados a llevar el traje de hormiga, pero no es un trabajo tan incómodo. Es incómodo porque requiere un trabajo, pero no es tan arriesgado como el traje de cigarra. Y faltan cigarras. Y sobran hormigas.
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