Las viñetas sonoras de Dr. Alderete
Durante años, el argentino Jorge Alderete ha dejado una huella en la ilustración latinoamericana al hacer el arte para carátulas de álbumes y sencillos. Ahora nos visita como parte fundacional de Sonido Gallo Negro, agrupación invitada a Rock al Parque 2023.
Jorge Alderete, también conocido como Dr. Alderete, es un gabinete de curiosidades hecho carne. Nacido en la Patagonia a principios de la década de los setenta, el argentino ha creado una carrera enfocada en la gráfica y el diseño en la que convergen sus intereses por las formas populares de la literatura, su amor por la música instrumental y under, además de una forma única de narrativa que ha hecho que sus piezas destaquen en medio de paisajes de simpleza cromática y una atmósfera surrealista y nostálgica.
Fue el miembro fundador de uno de los sellos centrales del auge del rock instrumental en la Ciudad de México durante la década de los noventa y principios de milenio, ha publicado dos novelas gráficas (una escrita entre Fermín Muguruza y Harkaitz Cano) y ha participado desde su fundación como creador artístico e intérprete del theremin de la agrupación de cumbia experimental Sonido Gallo Negro, que se estará presentando en Rock al Parque este sábado 12 de noviembre en Bogotá.[widgetkit id="485" name="Articulo - ALDERETE 1"]
Alderete se trasladó a México en la década de los noventa, afianzándose en su capital, donde su trabajo ha dejado una huella significativa en la escena artística y musical. Allí se encontró con una serie de escenas subterráneas con las que rápidamente trabó amistad, participando en la identidad visual de bandas como Lost Acapulco, los Twin Tones o The Cavernarios. Lo que comenzó como un viaje recreativo tras la finalización de sus estudios pronto se convirtió en una residencia permanente, haciendo nido en la convulsa urbe de la que ahora es ciudadano honorífico. “Es una ciudad que no deja mucho lugar a los términos medios: o te gusta y la amas y te sientes bien aquí o de plano la odias y no puedes estar un segundo más porque te expulsa. A mí me pasó lo primero. Ese caos que reina en la ciudad, para mí se volvió parte fundamental de mi trabajo, de mi día a día, de mi inspiración”, explica Alderete.
Con años en la escena musical y gráfica, el argentino ha trabajado con una extensa colección de artistas que van desde el legendario Daniel Melero, pasando por Calamaro, Lost Acapulco, Café Tacvba, La Dame Blanche, Satan’s Pilgrims, entre muchísimos más.
Portadas de rock. Casi tres décadas de traducción gráfica
En la fotografía que complementa su biografía en su página web, realizada por Mariela Sancari, Alderete sostiene dos vinilos clásicos del punk, Never Mind the Bollocks de los Sex Pistols y el explosivo Bad Music for Bad People de The Cramps, ilustrado por Stephen Blickenstaff. El retrato revela una característica intrínseca del carácter del argentino, su obsesión por traducir en imágenes el sonido que puede tener un álbum particular. “The Cramps es una de mis bandas favoritas de siempre y el trabajo que hizo Blickenstaff es brillante”, explica Alderete. “Es uno de esos casos raros en la historia de la música en los que se complementa tan bien la imagen y el audio. Tuve la suerte de conocerlo hace varios años y esa portada se convirtió en un ícono”.
Hijo de un dibujante técnico de la Patagonia, el ilustrador tuvo acceso a herramientas gráficas desde muy joven. Por tanto, cuando ingresó a la carrera de Diseño y comunicación en la Universidad Nacional de la Plata ya estaba familiarizado con el uso de escuadras, reglas paralelas y rapidografos. A pesar de que es un lugar común en las artes desdeñar la academia, Alderete es justo con el valor que le ha encontrado con los años, al reconocer que en la universidad empezó a ordenar sus procesos de dibujo, que siempre había abordado de manera muy libre. “No reniego de eso porque al final lo que sucedió para mí es saber que está bien conocer todas esas reglas y todas esas estructuras para después romperlas conscientemente”, reflexiona.
Ya entonces era un fanático de la música y al unirse al cuerpo docente de su universidad en la cátedra de dibujo se encontró con Ricardo Cohen “Rocambole”, una eminencia en la historia gráfica argentina del siglo XX. “Él hizo básicamente el cien por ciento de la imagen de una banda mítica argentina, los Redonditos de Ricota. Si bien estéticamente su obra no me inspiró mucho, sí [lo hizo su] forma de acercarse al trabajo”, recuerda. Rocambole en esencia, era uno más entre la cohorte del Indio Solaris y, como tal, su cercanía con la banda separaba la barrera entre lo profesional y lo personal. Era un redondito. Alderete así ha trabajado con la música: interesándose por los sonidos que está traduciendo en imágenes, permitiendo que su pulso sea guiado por la música que lo inspira. “Me pasa también con algunas portadas que hizo Gary Panter para Frank Zappa. Embona tan bien que justo parece que el autor es un integrante más de la banda. Esa es un poco mi forma de encarar esta profesión”.
Ya en México, Alderete se convirtió en regular de las presentaciones de Lost Acapulco, quienes lideraban de alguna manera esa suerte de revival que existió del surf y el rock ad portas del principio del milenio. Con ellos empezó a colaborar de manera frecuente y ha sido un traductor de su sonido al universo gráfico, permitiendo que las tapas de sus álbumes reflejen la energía cruda y visceral que hay entre canciones. “Siempre me consideré un traductor del sonido en la imagen a la hora de hacer las portadas del disco. Es algo muy intuitivo por un lado. Creo que a mí me ayudó muchísimo que todas las primeras bandas y discos con los que trabajé eran de música instrumental. Empecé a dejar que la música fuera la que guiara el espíritu del arte del disco”, explica. “Durante muchísimos años me encontré con la imposibilidad de tocar ningún instrumento, no era lo mío. Estar cerca a eso que me apasionaba vía un instrumento musical me estaba siendo imposible y encontré el camino a través de las portadas de discos. Estar cerca de algo que me apasionaba a través de la gráfica que sí era algo que podía controlar”.
Como melómano, Alderete es muy consciente del lenguaje gráfico que acompaña como código las distintas vertientes entre géneros. Por ello, ha recopilado un amplio diccionario simbólico con el que juega libremente con una serie de asociaciones dinámicas y vibrantes. "Si pongo un vampiro en la portada de un disco de psychobilly, sabemos a qué va a referirse. Hay cierta iconografía vinculada a ciertos géneros musicales que ya el público reconoce con la que a veces conviene jugar”, reflexiona. “Pero lo mismo que con las reglas académicas: a veces esa iconografía se puede romper o se puede ver desde otro punto de vista y ayuda mucho el conocerla para romperla, alterarla o modificarla. La mayoría de las veces intento romperlas. Por supuesto que quedan vestigios y que se nota que es intencional. Para mí se trata de mostrar qué estoy aportando a la forma de entender la música”.
Isotonic Records y la independencia
A principio de los dos mil, Alderete aunó esfuerzos con Juan Moragues-Cholb, el “Reverendo” de Lost Acapulco para embarcarse en una aventura discográfica de la que ninguno tenía mayor idea. Con el auge del surf, el garage y las músicas instrumentales tras el estreno de Pulp Fiction, Alderete identificó una escena musical emergente a la que no se le estaba prestando la suficiente atención. Al ser su música favorita en el momento, el ilustrador sabía que era casi imposible que lo llamaran para trabajar el arte de estas bandas desde una disquera en los Estados Unidos o Europa. Entonces montó un sello para distribuir una plétora emergente de talentos, pagándose él mismo como el diseñador de las portadas de sus lanzamientos. “No es el camino sencillo, lineal ni fácil para hacer gráfica, pero para mí son esos caminos los que me enseñan cosas”, suelta con tranquilidad.
“El primer disco que hicimos con Isotonic fue básicamente una polaroid de una escena que no estaba siendo registrada y que para nosotros era importante. Muchas de esas bandas ni siquiera habían grabado un disco, algunas no estaban ni cerca, por eso los invitamos, los grabamos y armamos un compilado que diera una idea de esa situación”, recuerda.
Con Mexican Madness de principios de milenio se desató un fenómeno que ni Alderete ni “El reverendo” anticipaban. A este primer prensaje se le sumó una reedición y, cuando iba a suceder una tercera, las dos cabezas entendieron que debían abrir la mirada más allá de su propio contexto, por lo que repitieron este ejercicio sumando bandas de todo el continente. “Fue como naciendo de manera muy gradual, orgánica y natural y respondía básicamente a una necesidad: había un montón de gente, sobre todo en Latinoamérica, que no estaba teniendo acceso a eso que les gustaba a nivel local”, recuerda.
De manera gradual y orgánica el sello fue creciendo para incluir discos completos de bandas como Lost Acapulco, los Twin Tones, Los Twang! Marvels, Los Mambo Jambo, The Cavernarios o Los Coronas. De manera más sorpresiva, bandas de latitudes lejanas mostraron interés en unirse al catálogo del sello desde sus propias orillas en Estados Unidos, Rusia, Japón o Europa. Así, por ejemplo, el sello prensó álbumes de Los Straitjackets, una de las agrupaciones principales en la exploración de los sonidos instrumentales de los Estados Unidos; Los Plantronics, con sede en Oslo; The Brillantina's, de Pamplona; The Tormentos de Argentina o los Bitch Boys de Eslovenia se sumaron a los compilados del sello. “Creció de una manera muy linda y muy natural. Nunca lo pensamos como un negocio tal cual, nunca lo fue realmente, pero sí fue una experiencia espiritual muy llenadora”.
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Sonido Gallo Negro
Sonido Gallo Negro es probablemente la banda más interesante de la actual movida cumbiera mexicana. Combinando la inteligencia de años de trabajo en bandas de surf y garage con una fuerte presencia de percusión, este ensamble monumental ha construido un sonido cargado de elementos esotéricos, lisérgicos y psicodélicos que beben muy directamente de la influencia de la cumbia amazónica peruana, un sonido que empezó a desarrollarse en la década de los sesenta y setenta en los territorios sagrados de nuestro país hermano.
El trabajo de Dr. Alderete como miembro de la agrupación ha sido central, pues no sólo se ha ocupado de idear toda la identidad gráfica de la orquesta, sino que se ha sumado a ella en el área de las visuales en vivo y como intérprete del theremin, dotando a Gallo Negro de una atmósfera espectral e hipnótica en cada una de sus cinco producciones discográficas, más un álbum en vivo delirante y explosivo.
Sonido Gallo Negro nace como un proyecto de integrantes de distintas bandas del under mexicano, como los Twin Tones, Espectroplasma y Telekrimen, algunas de las cuales ya habían colaborado con Alderete, sumándose también a su sello. Cuando la banda no tenía nombre, a principios de la segunda década de los dos mil, buscaron al ilustrador para que les ayudara a plantear el concepto escenográfico del proyecto. Entonces Alderete se encontraba buscando nuevas herramientas digitales y máquinas para extender su propuesta gráfica y convertir sus ilustraciones en paisajes vivos de carácter efímero. “Fue lo más natural pensar esa escenografía como algo vivo, algo que se iba construyendo y dibujando a lo largo del show e iba creciendo junto al espectáculo y la música. La primera vez que lo probamos fue mágico”, recuerda el argentino. Esta posibilidad ratificaba la sospecha de Alderete de que el sonido y la imagen son lenguajes simultáneos: “en el momento en que la imagen y el audio se están generando y contando en vivo esa amalgama es mucho más evidente. Mucho más fuerte”.
Además de permitirle cumplir un sueño que lo había acompañado desde siempre, el de tocar en una banda, la experiencia en Sonido Gallo Negro introdujo en Alderete una serie de reflexiones que lo obligaron a replantear su oficio artístico. Para empezar, el acto privado de la ilustración se convirtió en un performance público que se concatenaba con lo que sucedía en vivo, por lo que siempre se transformaba conforme al espacio, la audiencia y la naturaleza del espectáculo. Gallo Negro lo mismo se ha presentado en museos de arte como en festivales multitudinarios, así como en pequeñas salas en las que el humor de los asistentes se impregna con el tufillo de la cerveza y las emanaciones azules del tabaco.
Cada presentación, es un lugar común decirlo, es diferente y, por ello, el carácter experiencial del dibujo se impone por encima de la habilidad técnica, por encima de la factura precisa. “A veces grabamos algún show, pero con la idea de guardar un registro de lo que sucede, no con la intención de replicarlo tal cual. Vuelve a la imagen también una cosa efímera y me parece muy interesante también cuando la gente lo ve y lo entiende de esa manera”, explica. El tiempo, la velocidad, la intuición y el estado anímico se convierten en partes fundamentales de las ilustraciones animadas que danzan como pequeñas calaveras del Día de los Muertos en las pantallas sobre las que se proyectan las creaciones del argentino. “Para mí antes la precisión era la clave máxima de mi trabajo y ahora no tenía ningún sentido. Cualquier error que pudiera pasar estaba ahí, evidente”, reflexiona Alderete quien, a fuerza de la costumbre, había aprendido a controlar todo cuanto sucedía en sus dibujos, con máxima precisión. “Empecé a replantearme un montón de cosas: ¿qué es el error? El único que sabe que me estoy equivocando soy yo. Entonces, ¿ese error es un error o es parte del proceso creativo de estas imágenes? En el momento en que deja de ser una equivocación y se convierte en parte del proceso se le vive de otra forma. Yo lo vivo de otra forma”. Redefiniendo el error y construyendo sobre una rica tradición de imágenes de la cultura popular, las ilustraciones de Alderete se erigen en su propio universo: uno en el que la lucha libre, los monstruos del cine B y figuras monumentales polinesias se mueven al ritmo de una guitarra frenética, explosiva.
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