La nueva vejez de millennials y centennials
El yoga, el bordado y las mascotas hacen parte de las vidas de una generación de tíos y tías prematuros. Estas formas de vejez temprana coinciden con hábitos de cuidado y encuentro. ¿Será que esta generación abraza la vejez con más cariño que los adolescentes cuarentones y cincuentones?
Mis primeros recuerdos están plagados de colores ocres, mujeres tejiendo o cosiendo, el olor a parva tibia y yo sudada entre una bolsa plástica blanca al lado de una olleta hirviendo con un chocolate espeso y repleto de burbujas tornasol. De fondo, el sonido de algún rosario o programa sobre cómo cuidar los niveles de azúcar en la sangre en TeleVida, el canal favorito de las señoras. He tenido más cardigans que tenis en mi vida, con patrones y colores sobrios. Las faldas largas, de “evangélica”, son hoy un indispensable en mi clóset.
Las “tías” y “tíos” –refiriéndome al parentesco, no al término español– del presente no tenemos sobrinos, no superamos los treinta –pero estamos más cerca de estos que de los veinte– y nuestros “hijes” tienen cuatro patas, el cuerpo cubierto de pelos y algunos son indiferentes al cariño. Lo que sí se conserva de las tías y abuelas originales es la memoria para aprenderse y revivir canciones de plancha, los chistes curiositos –son TAN malos que terminan siendo buenos–, y la capacidad de reconstruir un chisme a detalle, la envidia de cualquier agente del Gaula.
Cuando la invitación a “farrear” es un sí, el llevarlo a la realidad implica una organización emocional y física previa y posterior. Esta planeación incluye: revisar presupuesto, elegir un lugar agradable –preferiblemente una casa–, un tipo de licor que evite lidiar con un guayabo voraz, unas condiciones climáticas que se adecuen a la pinta y compañeros agradables para beber. Además del otro ABC cuando se regresa medio mareada y quizás pasada de contenta a la casa: un baño adecuado para recibir a tu versión ebria con la rutina de skincare a la mano, una cama apropiada sin mucho paso a paso, un balde al lado, un botilito de agua en el “nochero” y un Alka-Seltzer.
Hoy, el darse mala vida y buscarse el peor dolor de cabeza cada domingo —o hasta lunes— se torna entonces en un parche perdible, a menos que sea una celebración que lo amerite. ¿Estará el chirreo eterno en peligro de extinción?
“La era de las cuchas”: de crisis de identidad a trending de TikTokEste estilo de vida de adultos jóvenes con gustos y comportamientos asociados a las señoras es un fenómeno cada vez más común. La “grandma era” o la “era de la abuela” es el término digital que recibió este conjunto de hábitos que incluye las manualidades, el bordado, el crochet, la costura, los clubes de lectura, la repostería, el yoga, la medicina alternativa y el cuidado de las plantas. TikTok es uno de los medios principales para encontrar otros millennials y centennials obsesionados con el crochet y la jardinería, pues está inmerso en hashtags como #grandmaera #grandmacore #grannyhobbies #cozyvibes #crochettok o #grandmillennial #selfcare.
Esta tendencia podría atribuirse a diferentes razones: primero, la cercanía desde la niñez de millennials y centennials con sus cuidadores eventuales: los silent y los baby boomers, es decir, sus abuelos y bisabuelos –algunos hasta criados directamente por estas generaciones–. Segundo, la necesidad emocional de un contexto estable y armonioso. A finales de los noventa, mientras los millennials niños jugaban en las calles y los millennials adolescentes escuchaban Nirvana en sus Walkmans, se les dijo que era el “fin del mundo”, pues una catástrofe planetaria vendría con el nuevo milenio.
Luego internet cambió lo poco que creíamos conocer, los avances tecnológicos como teléfonos celulares reinventaron la forma primaria de relacionarnos. Y como ñapa: una pandemia, aquí vivimos de frente una de las mayores crisis sociales y económicas de la humanidad –aún sufrimos rezagos de esta–. Crecer en medio de estas crisis y cambios abruptos, nos ha llevado a construir y tejer una nueva identidad en espacios seguros con una suerte de anemoia –el sentimiento de nostalgia por una situación o época que no se ha vivido– con aquello amable y suave que refugia a nuestros abuelas y bisabuelas. Por último, el “revival”, es decir, la adaptación de pasatiempos, tendencias y modas de otras eras a la actualidad.
Los revivals se dan principalmente en la industrial de la moda, los más recientes son el estilo “Y2K” o de los 2000 con la pedrería, los labios delineados y los peinados exóticos contrastando con el “cottagecore” de prendas holgadas y patrones floreados. El revival es una costumbre generacional rastreable y más común de lo que parece, este reciclaje de épocas solía darse cada dos o tres décadas. Pero la inmediatez de internet y la pluralidad insaciable de combinaciones ha hecho que hoy seamos un collage casi ilegible.
En cuanto a la “grandma era”, si bien no se ciñe totalmente a la industria de la moda, si lo hace a los pasatiempos de millennials y centennials. Abrazar y empoderarse de estas habituaciones generó beneficios a la salud mental y física de nuestras generaciones. No desconocemos que ser nativos digitales nos ha cargado de una sobreestimulación que ha dificultado la capacidad de reflexión y contemplación de nuestros abuelos. Pero siempre habrá pequeñas revoluciones —incluso en internet— que se interpongan al consumo masivo e inconsciente.
Los hobbies millennials y centennials no se limitan hoy a jugar fútbol, hacer “barritas” o chirriar en cualquier acera con punk y vallenato de fondo —ojo, que se sí se practican estas actividades, pero no son la divinidad trinidad masculina como unas décadas atrás—. Los que más resuenan son el crochet y el yoga. Internet ha sido nuestro punto de encuentro para compartir y globalizar estos conocimientos y hay un espacio para todos en este universo de sosiego.
Si llegó a este artículo por curiosidad, pero también por ganas de aprender, aquí le dejo los canales de Youtube —el archivo audiovisual de los autodidactas—, los blogs, redes y páginas más conocidas para aprender hobbies de abuelita.
Tejer, la meditación de nuestro siglo:
Si quiere aprender esta habilidad milenaria desde cero, canales como Ahuyama Crochet, Liliana Milka, The Crochet Crowd y The Knitting Crowd enseñan desde las técnicas más comunes hasta las más complejas, los tipos de ganchos, hilos y agujas que pueden conseguirse y su funcionalidad, así como puntadas, nudos y patrones para principiantes y expertos.
En cuanto a blogs, puede encontrarse bibliotecas con patrones de puntadas como las páginas de The Crochet Crowd, We Are Knitters, o The Spruce Craft, donde puedes encontrar tutoriales para tejer bufandas, zapatos de bebés, cojines y mantas.
El equilibrio físico y mental del yoga:
Nuestros cuerpos son, posiblemente, la única casa propia que tendremos. Cuidar estos hogares de carne y hueso ha resonado como un pilar del bienestar. Si su tiempo es reducido, esta práctica milenaria puede reducir la presión arterial, el estrés y el insomnio, además de mejorar el estado físico y la flexibilidad. Es entonces la combinación perfecta entre actividad deportiva y meditación. Si está en Medellín, estos centros de yoga y meditación son la guía ideal para comenzar.
Si prefiere practicar yoga desde casa, solo necesita una superficie plana como el piso o un mat –colchoneta para yoga–, ropa cómoda y atención absoluta. Para principiantes lo mejor es comenzar con rutinas guiadas, en Youtube, resuenan canales como: Xuan Lan Yoga –una reconocida divulgadora y maestra yogui–, EkhartYoga o MalovaElena. Y si finalmente quiere subirle el nivel, puede suscribirse a Gaia, el portal virtual de yoga con más alumnos.
La salud mental, piedra angular de la nueva vejez.
El suicidio es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años según OMS. Esta situación ha sido tan alarmante que los modelos de vida, empleo y hasta la información que encontramos en internet y redes sociales buscan reconocer la salud mental como prioridad, dando un paso colectivo y generacional a la búsqueda del bienestar emocional.
Las enfermedades mentales ya no son un tabú, en nuestras conversaciones cotidianas hablamos abiertamente sobre nuestros psicólogos y terapeutas, sobre episodios de depresión, ansiedad o los trastornos diagnosticados, hasta los medicamentos psiquiátricos que tomamos y nuestra experiencia con estos. No ocultamos que la existencia puede ser abrumadora, hacemos broma de ello y nos aconsejamos.
Las nuevas formas terapéuticas para sobrellevar la existencia las hemos encontrado en actividades como el crochet. Pepita Marín, CEO de We Are Knitters, mencionó en el artículo “Tejer para la salud mental: cómo hacer punto puede ayudar con la ansiedad” de El País que “tejer es desestresante, relajante, que ayuda a disminuir los latidos del corazón. Y eso es lo que la gente busca en primer lugar. Por otro lado también desarrollan la creatividad, mucha gente está descubriendo que le gusta hacer cosas: esa sensación de satisfacción que tienes al terminar algo que has hecho con tus propias manos es inigualable”.
Aunque heredamos el miedo de las generaciones que nos trajeron al mundo, evadir nuestros sentimientos poco resuena con nuestra definición de alivio. Esa búsqueda de reconocimiento del sentir propio y de quienes amamos nos lleva a romper el pacto de silencio que se tenía con la angustia. Por eso se ha decidido vivir bien, comer bien y amar bien en los mejores años de nuestras vidas, evitando el llegar a la vejez para reconocer que solo tenemos esta oportunidad de existir y de disfrutarlo en el presente.
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