Clientadas (El padecimiento de los diseñadores)
Bienvenidos al maravilloso mundo de los clientes, donde el rojo debería ser más rojo y el logo nunca es lo bastante grande. Estas son algunas experiencias de diseñadores.
¿“El cliente siempre tiene la razón”? Al menos en el diseño gráfico y la ilustración, casi nunca la tiene (aunque de seguro sucede en todas las profesiones). Por eso reunimos estas anécdotas tristes, casos de grotesca ignorancia, peticiones abusivas y frases absurdas que han vivido algunos de nuestros colaboradores. Así que prepare maíz y ríase un rato, para que vea que hacer dibujitos no es tan divertido. Ah, claro, y si le ha sucedido algo igual o peor no olvide comentar al final de este artículo.
Don Motta
“¿Me puede mandar el boceto del logo como se vería, en la cotización?”.
Carlos Higuera
Sebastian Kowoll
“No está mágico, debería ser más mágico”.
Piojo Gráfico
“¡Ya le subí todo el volumen al computador y aún el GIF no suena!”.
Andrés Bolaños
“Ahí le envió el logo editable en un archivo de Word”.
Diego López García
“¿Me puede mandar esos números en altas?”
Choi Le Beat
Nuestro cliente era una fábrica de cemento, cuando pedimos el logo para la propuesta, nos mandaron la foto de un bulto.
Vicente Numpaque
“¿Puede subirle a la refrescancia? Hmmmm, no sé, es que le falta verse más apetitoso” (refiriéndose a un refresco en caja).
Sara Tomate
A una amiga que le gustaban mis ilustraciones me habló un día sobre una ilustración que yo había hecho para una historia de amor. Ella, identificada con su actual relación, decidió pedirme de manera melosa-conchuda que le pasara el archivo original, porque quería estampar una camiseta para ella y su novio. Pero la clientada mayor fue: “No tengo plata, pero a todo el que me pregunte le digo que la hiciste tú”. Ajá…
Lucho Salcedo
Diseñador: El formato será 20x20 cm.
Cliente: ¿Pero vertical u horizontal?
Juan Duque
Cuando trabajé en postproducción, los de la agencia decían que a una toma de producto le faltaba “apetitosidad”.
Alex Cano
La que más me ofende y confunde: “métale más diseño”.
Randy Mora
Entregar la ilustración, estando muy feliz con la composición, y en la versión impresa la publican reflejada.
John Naranjo
“La letra de color negro envía un mensaje negativo”. Era un aviso en un periódico.
Diego Bedoya
Uno me dibujó a mano un personaje pero dijo que no le gustaba el sketch. Otro dijo “métalo al computador y lo gira para que se le vea la oreja del otro lado”.
Juliana Lov
Un día me contrataron por mi estilo. Vos sabés que yo hago gente grande, a mí no me gusta dibujar flaquitos. Les mostré el boceto, lo aprobaron y cuando lo tenía ya vectorizado me dijeron que no querían gorditos, que mejor flaquitos. Y pues me tocó mover cada nodo, uno por uno.
Otro es que la gente cree que una ilustración de un retrato es barata. Un día una vieja le quería dar a su novia un regalo, un retrato donde estuviera la novia con dos gatos, unas flores, con unos pájaros que tenían… en fin, un montón de elementos. Le pregunté cuál era su presupuesto y me dijo que $20.000.
Marco Torres
Como muchos colegas, he tenido que sufrir con las tediosas ocurrencias de los clientes, desde el famoso “cóbreme barato que luego le mando más trabajo” hasta el popular “¡listo!, yo paso tu cotización y luego te escribo”. Pero su desconocimiento sobre cuánto vale nuestro trabajo no tiene límites. Lo supe aquella vez que me escribió un joven emprendedor que quería convertir en un logo su dibujo de una palmera, una playa, un coco del tamaño de la playa, tres líneas que venían siendo el mar y unos palitos que representaban abstractamente un grupo de empresarios. Todo eso hecho en Paint (literalmente). Y si creen que eso fue lo sorprendente, pues no. El tipo me quería pagar con una recarga de celular de $2.000. No les miento, no sabía si reír o llorar…
Raeioul
Una vez me pidieron hacer una ilustración basada en un texto. dijeron que conocían mi trabajo y les gustaba mucho, que era libre. Siempre desconfío cuando me dan libertad, así que les pedí un referente. No lo enviaron, insistieron con lo de la libertad creativa. Entonces hice algunos bocetos con animales ojones y cabezones, como los que siempre hago y que suponía que ya el cliente había visto. Le pareció que los dibujos estaban “muy gays”… no entendí muy bien qué quiso decir. Luego, después de muchas horas perdidas haciendo dibujos gays, me enviaron el referente de lo que querían.
Zamir Bermeo
Una vez una editorial grande me encargó la portada ilustrada de un libro, era de mis primeros trabajos freelance y, por falta de experiencia, cobré muy mal pero estaba muy entusiasmado al imaginar una obra mía en las librerías. Hice miles de opciones y ajustes para que al final me dijeran “el manager del escritor ya no quiere la portada ilustrada”. Pero en vez de cerrar el proyecto y pagarme, me solicitaron adaptarla a otro libro y fue el mismo proceso desgastante de miles de ajustes para que al final ni la usaran.
Lo peor fue a la hora de cobrar el proyecto, no me volvieron a responder los correos ni las llamadas. Un día decidí ir a las oficinas de la editorial, dispuesto a decirles la verdad en la cara, así no me fueran a pagar. Me recibió la persona que me había contratado y le dije: “Ustedes son la peor empresa con la que he podido trabajar y es una lástima que con ese nombre tan reconocido, sean tan poco profesionales”. La respuesta me sorprendió, pues la persona me dijo que yo tenía toda la razón y que se disculpaba. Luego se fue al fondo de la oficina, me hizo firmar una orden de pago y a los pocos días me consignaron.
Lilondra
Una de las experiencias que más recuerdo fue hace unos años. Una compañía de BTL especializada en marcas que se distribuyen en supermercados me buscó para que le hiciera la parte gráfica de unas piezas promocionales tridimensionales que ellos diseñarían. Una vez presenté la propuesta su respuesta fue: “esto está muy bien diseñado para nuestro público, se ve caro, no venderá”. Por supuesto no me la aprobaron y decidieron seguir con la gráfica que ellos tenían.
Es triste y me inquieta pensar que el buen diseño y los productos bien planteados sean privilegio de quienes tienen recursos económicos altos, que el gusto esté estratificado… o que al menos así lo piensen las agencias que manejan dichas cuentas y alimenten ese prejuicio.
Orlando Korzo
En el top de cosas barro están el montón de correos de editoriales y empresas españolas que encargan trabajo en grandes volúmenes. Y me emociona un montón el tipo de proyectos pero cuando llega la hora de hablar de presupuesto me siento como cuando los españoles engañaban a los indígenas con espejos: pagan muy poco (estuve cerca de caer en las garras de un contrato que parecía muy sencillo pero en realidad atropellaba mis derechos, todo por la desesperación de trabajar). Así que cuando llegan esos correos uno se siente barro pero también se motiva a invertir el tiempo en proyectos personales.
Colectivo Guácala
…y ahí estaba yo, parado en la mitad de esa oficina. El aire era pesado y la luz de la pequeña lámpara en el techo acaloraba. El sudor corría por mi frente. En mi cabeza daba vueltas la emoción por la promesa de un contrato, regalías y dividendos. El corazón latía con fuerza, mi momento de gloria estaba por venir, esta era mi oportunidad. Las palabras salían de la boca del empresario. Una carcajada llenó la habitación y pronunció una inesperada frase: “la idea es que nos pases las ilustraciones y nosotros a cambio vamos a dar a conocer tu trabajo”. Un vacío llenó mi cuerpo: ¿estaba entendiendo bien?, ¿me estará insinuando que no recibiré dinero por mis diseños? Traté de concentrarme de nuevo en sus palabras, la expresión de sobrada confianza en su rostro me molestaba cada vez más. No presté mucha atención al resto de la charla, solo recuerdo unas frases sueltas: “somos una empresa grande”, “esto para mí es un riesgo” y “esto no representa ninguna ganancia para mí”. Pasé de incómodo a molesto y luego a iracundo, la rabia me llenaba el rostro y creo que se me notaba demasiado. Me armé de valor y dije en voz alta “¡no! ¿Qué le pasa? ¡Eso es una falta de respeto!”. Sus garras se posaron sobre mi hombro y me apretaban con fuerza, puso su hocico lleno de baba cerca de mi oído y susurró muy suave y lento “confía en mí, regálame esos diseñitos y el otro año hablamos de dinero, ¡proyectos más grandes!”. Como pude, me zafé de sus fauces y, buscando la salida, me despedí con una sonrisa falsa. Cuando cerré la puerta tras de mí, se escuchó cómo gritaba iracundo “no sé ni para qué lo llamé, yo tengo un grupo de esclavos que pueden robarse lo que sea”. Ya más tranquilo y con la sensación de libertad pensé en una sola palabra: ¡PAYASO!
Mariana Rojas
La historia es esta: un cliente de hace muchos años, queridísimo él, me contactó para unos assets (ilustraciones) para un video. Me dijo que ya estaba aprobado el guion y que, claro, era de afán. Coticé y aprobó el presupuesto. Entregué mientras revisaban sobre la marcha y se le presentó al cliente grande, que cambió no solo al personaje principal sino la historia del guion. Total y siempre te convencen de volverlo a hacer todo. Por mi parte pedí un excedente por el tiempo de más pero pues nunca cae bien cuando te sales de tu calendario original.
Danna Sanmar
“¿Me puedes mandar el archivo en JPG o PNG pero que sea editable?”.
Adalberto Camperos
El épico “goulash de fotos” (collage de fotos).
José Berrio
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