Música en digital ¿la nueva mina de oro?
La industria musical vive un cambio constante. Lo digital parece haber cambiado las reglas del juego, pero desconocerlas es el error más frecuente. No todo es gratis en estos días.
n el año 2000, la aparición del programa de descarga Napster cambió completamente las reglas del juego de la industria musical. Muchos llegaron a profetizar la muerte de grandes sellos disqueros del mundo (majors), y el boom de la música independiente como el futuro del negocio. Sin embargo, la historia de las disqueras, y en general de las corporaciones, siempre ha estado acompañada de grandes revoluciones tecnológicas que han ido cambiando el panorama y modelo de sus negocios. Por ejemplo, a principios del siglo XX, los sellos pensaron que la radio acabaría con la industria, ¿quién comprará discos?, ¿quién irá a los shows en vivo? El tiempo se encargó de responderles…
Básicamente, la cadena de la industria funciona así: los compositores o autores ceden los derechos sobre sus creaciones en favor de un “editor musical”, este a su vez, contrata a músicos intérpretes o cantantes para que graben una canción o un disco entero; posteriormente, el editor contrata a un “productor de fonogramas” (el que hace los discos en físico) y finalmente a un distribuidor. Por supuesto, las grabaciones también son distribuidas en las plataformas digitales, así que por lo general los editores, o “sellos disqueros”, tienen un departamento de distribución digital.
En la actualidad hay tres tipos principales de plataformas de difusión musical en Internet: las de ventas como iTunes o Amazon, las de streaming por suscripción como Spotify o Deezer y las de streaming licenciado como YouTube. La idea, por supuesto, es que tanto los artistas independientes como los que trabajan con sellos disqueros estén presentes en todas esas plataformas.
Si usted es independiente y quiere acceder a la distribución digital, existen los llamados “agregadores digitales”, como CD Baby o The Orchard, que se encargan de subir la música a las diferentes plataformas. Estas son de particular ayuda para los artistas independientes, ya que por una tarifa razonable, pueden subir sus obras a iTunes y otros portales de Internet para la venta y streaming. CD Baby, en la actualidad, ofrece un servicio para más de noventa plataformas musicales y, según su anuncio, de cada 99 centavos vendidos, entrega 90 al artista.
Cuando el músico decide subir la música a esas plataformas a través de los agregadores, lo que está haciendo básicamente es negociando derechos de distribución de las obras con intermediarios. En la actualidad, plataformas como Spotify o Deezer no negociarán directamente con usted, ya que a ellos no les interesa el negocio “al menudeo” sino los catálogos en volumen, como los que les ofrecen los agregadores o las grandes disqueras.
Por otra parte, encontramos servicios como YouTube, que maneja un esquema de negocio distinto. Funciona similar a la televisión porque vende pauta en los videos más vistos. En la actualidad, la plataforma negocia con los titulares de los derechos de los videos de manera privada; es decir, si el canal de suscriptores tiene un alto número de seguidores y los videos manejan un gran volumen de tráfico, Google –propietario de YouTube– los contactará para ser un “YouTube Partner” y se negociará directamente el pago por reproducción con ellos.
Consejos para artistas
Cuando vaya a poner a disposición del público sus obras, pregúntese ¿cuál es mi estrategia digital? Si piensa vender su música a través de un agregador, no la ponga a disposición para descarga libre en otras plataformas –es un contrasentido regalar por un lado y vender por otro–.
Si va a subir sus videos a YouTube, asegúrese que sean de calidad. A veces, por el afán de “empezar a sonar”, muchas bandas cometen el error de subir clips técnicamente pobres o videos solo con la letra de la canción. Recuerde que no lo están viendo únicamente sus fans, sino gente que no lo conoce todavía.
La distribución digital y páginas como YouTube son una manera de distribuir y darse a conocer, pero no la única. No olvide prensar su álbum, aunque sean apenas cien copias: el disco físico es una carta de presentación de muchísima importancia para quienes se encuentran del otro lado de la industria, como editores, agencias de booking o periodistas.
La paciencia es la clave. Los grandes guiones cinematográficos y otros grandes proyectos culturales tienen un largo tiempo de maduración. No suba “demos” a las plataformas de distribución ni divulgue obras con las cuales no se sienta a gusto, un error puede retrasar su proyecto más de lo que usted imagina.
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