La familia del metal
Perpetual Warfare es una familia que tiene el metal en las venas.
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“Thrash
cerveza
y resistencia”
Muerto en pogo - Perpetual Warfare
Patadas, puños, taches, crestas y largas melenas chocan en un baile infinito que para muchos es brutal y para otros, un acto de libertad. El pogo de ese sábado tuvo a media plaza del parque Simón Bolívar saltando al ritmo de thrash metal: Perpetual Warfare lo dejó todo en la tarima.
Justo frente al escenario, una señora de 66 años con la camiseta de la banda puesta, alzó la mano y le sonrió a los músicos. Es Ana Teresa Corredor, madre de Camilo –el cantante y guitarrista– y Edicson –la mascota de la banda– y abuela de Wilson –el bajista–. Su familia tocó en el cierre del primer día del Festival Rock al Parque, justo antes de Sepultura, una de las bandas más emblemáticas de metal a nivel mundial.
Le pedí una foto a la señora y aceptó con la condición de que ella me tomara una a mí. Miró su mano, movió sus dedos uno por uno hasta que encontró el punto deseado: la mano cornuda que para muchos es símbolo del rock. Me la mostró y sonrió.
// Fotografía: Andrea Melo Tobón //
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La familia Muñoz Corredor vive en la localidad Rafael Uribe Uribe en el sur de Bogotá. Doña Ana tiene una tienda en el primer piso de la casa, hace parte de un grupo de adultos mayores con el que sale a pasear, a cantar y a practicar deportes. Don Manuel, su esposo es pensionado y dice que no pertenece a nada de eso porque todavía se siente joven. Ringo, un french poodle, se sube al regazo de su ama y se acurruca en sus piernas.
—Esta es su butaca —dice ella mientras le consiente la cabeza al perro.
La vena musical de la familia viene de don Manuel, quien tocaba la flauta y el saxofón en la banda del colegio cuando era pequeño y se presentó en fiestas, ferias, embajadas e, incluso, en la Plaza de Toros la Santamaría. Pero dejó sus estudios para trabajar y ayudar a su madre: “no es como ahora, que hay más oportunidades para una persona de bajos recursos”. Para él, la salsa es lo máximo –la Fania y Johnny Pacheco, principalmente–, aunque “esa salsa rosada no me encanta para nada”. Y precisamente al son de salsa y jazz latino se criaron Edicson, el mayor de sus hijos, padre de Wilson y hermano de Camilo, que crecieron juntos.
Desde pequeño, Edicson se interesó por las artes escénicas y la música andina y aprendió a tocar zampoña y quena sin saber que años más tarde su hermano Camilo también se interesaría por el mismo género en el colegio, gracias a una profesora que fue su mentora, Raquel Castiblanco.
—A mí me encantaba ese género y me iba a verlos a todas sus presentaciones. Él toca muy chévere y no se le ha olvidado —dice doña Ana mientras mira a Camilo como si algo se estuviera quemando sobre su cabeza, con los ojos señala una zampoña encima del sofá y Camilo lee la mente de su madre y responde entre risas:
—No voy a tocarla, mamá.
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“Son muy amorosos y fueron buenos estudiantes, tanto que acabaron la carrera antes de los veinte”, dice doña Ana. “Antes que todo, aclaro que yo no fui tan buen estudiante: me tiré octavo y me echaron del colegio porque iba en contravía de las reglas en cuanto a su estricta disciplina y normas católicas y cristianas”, confiesa Camilo mientras su madre lo mira con reprobación. En realidad, fue gracias a ese cambio que acabó por alejarse de la música andina y acercándose más al rock y al metal.
En realidad, los responsables de la conversión espiritual y musical de los Muñoz al metal fueron Metallica: a Wilson con el álbum …and justice for all, que escuchó en Londres cuando tenía once años, y a Camilo con Ride the Lightning, que compró a punta de ahorros durante semanas. A partir de entonces se decidieron a aprender a tocar sus instrumentos empíricamente gracias a libros, más tarde a Internet y, obviamente, escuchando discos. “Yo les regalé en diciembre de 2005 unas guitarras electroacústicas pero nunca pensé que ese regalo se fuera a convertir en algo tan apoteósico diez años después”, cuenta Edicson, hermano mayor de Camilo y padre de Wilson.
Perpetual Warfare nació en el año 2006 como una banda de heavy metal con inclinaciones al thrash con Camilo en la guitarra y la voz, Wilson en el bajo, Juan Salamanca en la segunda guitarra y Johan Cardona en la batería. La canción “Llanto inocente” fue la primera en ser estrenada en 2007 en su demo Los principios de la guerra. Esa es una de las favoritas de Edicson: “para mí siempre será un himno, ojalá que la gente lo vuelva a pedir. Es un no total al maltrato animal”.
Wilson y Camilo llevaban casi tres años componiendo y decidieron que era necesario escucharse y estrellarse contra ellos mismos para poder avanzar y mejorar su sonido. En este punto salió Juan Salamanca y entró Steven Layton y sacaron su primer álbum, Justicia, libertad y decadencia, que fue grabado con muy bajo presupuesto en el estudio casero de Edwin Romero, quien también produjo el primer disco de la banda Ursus.
Si alguien decía: “jueputa, la cagué”, Romero chitaba con la mano y respondía: “pere que mi mamá me regaña”. La casa era estrecha y las paredes muy delgadas, si una grosería se escuchaba, los gritos aun más. A pesar de que grabaron con el demonio censurado, el disco se estrenó en 2009.
Un momento difícil para Perpetusl Warfare fue la salida de Johan Cardona, “la Rata”, porque además de baterista, fue compositor de muchas canciones. “Eso nos partió en dos porque era nuestro amigo y un músico que aportaba muchísimo. Fue una decisión conjunta, pues la relación estaba llegando a malos términos y no queríamos acabar así”, confiesa Camilo. Cardona fue reemplazado por Esteban Díaz.
Desde siempre la banda se ha inclinado por llevar un mensaje más poderoso que su melena o la oscuridad del tono de sus voces: sus canciones están cargadas de críticas sociales y políticas que los han hecho conocidos en la escena local. La canción “Cleptocracia” de su segundo álbum está dedicada al político ladrón, “Llanto inocente” es una pieza contra el maltrato animal y “Showbixxx” es una retahíla contra los medios de comunicación. “La música es un complemento, si instrumentalmente suena bien pero la letra es una mierda, no pasa nada. En cambio, en cada álbum de Perpetual se siente su evolución desde lo técnico y lo lírico”, cuenta Angélica Mateus la novia de Camilo desde hace cuatro años.
Pero si alguien realmente sabe lo que gritan, lloran, tocan y trabajan los Perpetual Warfare es Edicson, quien siempre los ha acompañado a los ensayos y a los toques y es el que ha hecho de mediador entre sus padres y Camilo y Wilson. “Trato de darles un contexto a mis viejos para que sepan de qué se trata esto; al principio fue duro pero ya hasta mi mamá tararea uno que otro tema”, dice.
Además de ser su guardián, también es su mascota, en el buen sentido de la palabra. Edicson interpreta a Mr. Fuck You, un personaje que protagoniza las portadas de los discos y aparece en el escenario para traer un poquito del mundo de Perpetual Warfare a la realidad. En su primer álbum, es la personificación de un político corrupto en el cuerpo de un reptil; en el segundo, un agente del ESMAD en un momento en el que el país estaba pasando por el paro agrario. “Pensamos en una persona que se pusiera la máscara, que cumpliera con las condiciones de barriga necesaria para que quedara bien en el disfraz y que no le diera pena salir a la tarima. Él tiene esas características y nos fuimos con Edicson de una”, afirma Camilo.
Cada vez que Mr. Fuck You se sube a la tarima es muy emotivo, ya sea porque los seguidores de la banda aúllan o porque la situación se sale de control, como en un concierto en el barrio Venecia, de Bogotá, en el que una chica del público hizo topless frente a la mascota y bailó con ella.
Perpetual Warfare ha tocado en Bogotá, Cali, Bucaramanga, Pereira, Armenia y en países como Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador y Perú. “En Colombia hay muchos grupos que llevan quince años sin producir un solo disco y Perpetual es una banda que lleva diez años y va para su tercer álbum. Yo personalmente conozco a niños pequeños, de 13 o 14 años, que son fans de ellos”, dice Angélica.
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Para don Manuel era difícil entender el rock que tocaban su hijo y su nieto. Después lo empezó a valorar. “Fue muy chévere porque Camilo y Wilson tocaban sin haber estudiado música y todo el mundo los aplaudía bastante. Ellos dieron pasos agigantados porque se dedicaron y le han dado mucho de su tiempo y de su vida a eso”, concluye el señor Muñoz. “Todos los instrumentos y los ensayos, todo, se lo pagan ellos. Y aunque a mí no me apasiona esa música, tampoco íbamos a truncarles el sueño. Uno simplemente trata de acompañarlos”, replica doña Ana.
En esta casa viven don Manuel, doña Ana y Camilo. Además de los ensayos, se reúnen con Wilson y Edicson los fines de semana para celebrar los cumpleaños o fiestas como la Navidad. “En diciembre, el ajiaco no puede faltar. Es casi casi que un ritual”, dice doña Ana.
“En Rock al Parque me dejaron aterrado de cómo manejaron al público, me siento orgulloso de eso. Yo escuchaba los discos de ellos, pero verlos en persona es lo máximo porque ahí es cuando uno se da cuenta de que de verdad tocan y yo que estaba ahí en primera fila me lo gocé”, cuenta don Manuel. “Sí, yo me quedé aterrada porque mover a tanta gente fue muy bueno para ellos, bastante gratificante porque usted sabe que un artista se impulsa con su público”, responde emocionada doña Ana.
Ellos escuchan la música de Perpetual Warfare y se ponen sus camisetas sin replicar. Tal vez algo que no les gusta ni cinco es que trasnochen o lleguen tarde a la casa. “Uno de papá ve a los hijos como unas personas indefensas y, la verdad, con esta inseguridad de Bogotá, prefiero que se queden donde están y no regresen a medianoche a la casa”, dice doña Ana con la mano apretada en el pecho.
Otra cosa que tampoco les simpatiza es que, a pesar de que Perpetual Warfare es una banda con trayectoria, aún hay quienes los llaman para pagarles una miseria por un concierto o solo les ofrecen transporte o comida: “eso es un trabajo, han invertido muchísimo en su música y absolutamente todo lo han comprado de su bolsillo”, concluye la madre de la banda.
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