Carne de cañón
¿Qué se puede hacer con una bala y un tanque de guerra?
Mucho más que quitar vidas.
Este es un editorial que rinde homenaje a una persona muy importante en mi vida: mi abuelo, un veterano de la Guerra de Corea, un evento casi imperceptible en la memoria del país en el que soldados colombianos pelearon con irónico heroísmo por una patria ajena.
Él hizo parte de un conflicto bélico que ocurrió hace más de sesenta años a casi 15.000 kilómetros de distancia de su casa. Sus compañeros, soldados que la historia ya olvidó, fueron puestos como alimento de los cañones enemigos, envueltos en balas y esperanzas perdidas en un mundo cuya violencia era más importante que cualquier otro ideal de anhelo por la vida.
“…Al salir el sol, la escena que se ofrecía era dantesca. Miles de cadáveres se veían diseminados por todas partes… Ríos de sangre cubrían una extensa franja y los cuerpos ya se confundían con el polvo de una guerra ajena que dejaba una visión descarnada y horrible en todas direcciones…”, así describe a Corea uno de los desconocidos veteranos de esa batalla, una guerra que sólo existió por una obligación innecesaria en un mundo que no debía sobrepasar los límites del odio y el desacuerdo.
Como diseñadora, hago uso del vestuario como una forma de expresión y anarquía, invitando al público a que se cuestione por qué destruir lo que tantos años cuesta erguir, reformular ideas y visiones por medio de elementos tangibles; se trata de una forma de despertar ante un mundo que desesperadamente busca una tranquilidad en conjunto y personal.
Bien se ha dicho: quien no conoce su historia, está condenado a repetirla. Es por eso que esta colección busca ir más allá del olvido.
// Fotografías: Camilo Mora //
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