San Germán: entre nubes y realidad
La serie Entrenubes revisa un territorio que es a la vez reserva natural e invasión. La exposición está abierta en la galería Bandy Bandy del barrio San Felipe hasta el 15 de abril.
ace tres años, Ana Cristina Vallejo comenzó a frecuentar el barrio San Germán, un territorio intermedio entre reserva natural e invasión urbana. El paisaje: un cerro imponente en el que se mezclan frailejones con una colorida colmena de construcciones informales. Los personajes: individuos que llevan sobre la piel las cicatrices de la historia del país.
Primero en formato editorial y ahora como exposición en sala, la serie Entrenubes se adentra en ese particular asentamiento ubicado en la periferia sureste de Bogotá y evidencia las distancias desde la proximidad. Las piezas expuestas despliegan capas, desde lo panorámico hacia lo interior, pasando por el paisaje, el retrato y los objetos.
Seleccionada como talento emergente por LensCulture, miembro del colectivo Native Photograph y x-photographer para Fujifilm Colombia, Ana Cristina empieza a perfilar una prometedora carrera. Sin embargo, en 2016, cuando llegó a San Germán casi por azar, apenas comenzaba su camino en la fotografía documental. Era su primer acercamiento a esta zona de la ciudad y también su primera confrontación con las secuelas de un conflicto que hasta entonces consideraba rural y remoto.
Tras cada visita su experiencia fue cambiando. El desplazamiento forzado, los enfrentamientos entre la policía y la banda local Los Tierreros, la situación vulnerable de las mujeres, la escasa institucionalidad y la casi nula infraestructura eran constantes en las historias que empezaron a contarle.
Esas realidades comunes convierten este reducido territorio en un crisol de los problemas más gruesos del país. Al igual que Bogotá, la capital de la cual hace parte de manera marginal, el barrio San Germán reúne múltiples caras de la realidad nacional, pero solo del lado de las carencias.
A medida que los enfrentamientos con las autoridades por el territorio en disputa iban recrudeciendo y alcanzando resonancia en los medios, los líderes sociales fueron ganado protagonismo en la dinámica de la comunidad y en el ángulo desde el cual esta serie fotográfica la revela. “A pesar de no ser un barrio muy grande, sí está muy fragmentado y sin espacios de encuentro. La acción no es lo que predomina en exteriores. Entonces, para captar algo sobre ellos opté por retratarlos”, dice Ana Cristina.
El lente empezó a pasar del plano general del barrio al retrato de personajes, con líderes y habitantes diversos como figuras centrales. Entre ellos estaban Arley y Esmeralda.
La importancia de Arley para el barrio comienza desde el momento de su poblamiento. Desplazado de Buenaventura en 2013, Arley llegó a vivir a San Germán en 2016. Tan pronto se estableció, comenzó a ofrecer tierras a desplazados y personas necesitadas. Cuando Arley llegó había alrededor de quince casas en el sector; en agosto de 2018 el número de viviendas ascendía a 270. Acosado por sicarios, en 2018 Arley tuvo que huir del barrio junto a sus hijos y su esposa Esmeralda, también desplazada. Desde la distancia, con el apoyo de varias ONG, ambos continúan trabajando por el barrio y por Buenaventura.
Tanto la historia de esta pareja como los amargos testimonios de los personajes retratados acompañan cada fotografía en la versión editorial del proyecto Entrenubes. Sin embargo, en la exposición en sala el único texto se encarga de contextualizar el barrio. Esa mirada frontal a los personajes, sin enmarcarlos con su historia, busca reproducir la experiencia como la vivió la fotógrafa.
Al respecto, Ana Cristina afirma: “Lo editorial es más lineal, el espacio tridimensional lo volvió más conceptual. Las paredes me permitían comunicar algo diferente en cada una; y no solo las paredes, también el corredor como transición. En el producto editorial me enfoco más en la historia; aquí traté de transmitir la sensación de recorrido por el barrio”.
Los objetos personales de los habitantes del barrio, la decoración de las casas, los espacios familiares también se dejan ver en la exposición. Al respecto, Ana María dice: “El interior de las casas era muy oscuro y era difícil captar lo cotidiano. Por eso di este paso de buscar espacios con mejor iluminación y reunir los elementos. Una referencia que tuve presente fueron los trabajos de la argentina Luján Agusti, que son series documentales pero también involucran un fuerte componente estético, y podrían ser catalogadas como piezas de fine arts”.
La relación de la fotógrafa con el barrio y sus habitantes continúa. Una nueva fase la ha llevado a acercarse a través de un proyecto comunitario al lado de cuatro artistas independientes. Además de su experiencia como fotógrafa, ahora se suman el teatro, la música y el arte urbano como lenguajes para dialogar con los miembros de la comunidad, conocerse más a fondo y buscar puntos de encuentro abiertos a la posibilidad de iniciar un proceso de transformación.
Fotografías de Ana Cristina Vallejo.
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