10 años muy cortos
Entre descubrimientos trascendentales, ruidos latosos y canciones chicludas, aquí está la diversa música de los noventa.
uve la fortuna de haber vivido buena parte de mi juventud en la década de los noventa del siglo pasado. Para mí, no hay duda, fue la mejor época de mi vida. Pero, un momento: ¿“Juventud”? ¿“Siglo pasado”? Eso no suena bien. Aunque ya no tengo veinte años, no creo que sea viejo –o por lo menos eso pienso, orgulloso modelo 83 que todavía anda con los jeans medio caídos en el culo, con el sueño de tocar grunge cuando escucha Alice In Chains y que todavía se emociona viendo Terminator 2–.
Y esto es culpa de los noventa, que sí, hay que aceptarlo, pasaron hace rato y muy rápido. 15 años nos separan ya de 1999 y 25 de 1990.
Buena parte de lo que hizo a este periodo excitante son solo dos cosas: su banda sonora y Los Caballeros del Zodiaco. La primera llegaba a mí a través de los oídos de mi hermano. Sus estuches Case Logic de CD –el iPod de entonces–, eran baúles cargados de tesoros increíbles, joyas que solo él tenía en el mundo y que me daban cierto estatus de conocedor entre mis amigos del colegio.
Mi mamá se encargó de educarme en los ochenta con Queen, Pink Floyd, Led Zeppelin y Soda Stereo, y yo descubrí gracias a mi hermano los sonidos que marcarían mi vida: Nirvana, Pearl Jam, Collective Soul, Metallica, Iron Maiden, Megadeth, Bad Religion, Rage Against The Machine, White Zombie, Smashing Pumpkins, Korn, Mr. Bungle y Dream Theater. Creo que los 90 fueron posiblemente la última década original que ha tenido rock, antes de todo el revival de los 2000.
Además, eran tiempos en los que un CD, y en pocos casos un VHS, eran lo único que uno podía escuchar o ver de una banda. Resultaba un orgullo tener un disco propio y construir un relación íntima con la música y los intérpretes que jamás uno iba a ver en vivo. No existía YouTube, no había iTunes; no era posible enterarse de nada salvo en Hit Parader, Guitar World y otras revistas gringas carísimas. A Colombia no venía a tocar nadie.
Existía, eso sí, el MTV Latino por TV Cable, y ahí sonaban Los Tres y Los Tetas, de Chile, A.N.I.M.A.L., de Argentina, Víctimas del Doctor Cerebro, La Maldita Vecindad y Caifanes, de México, Aterciopelados y Ekhymosis, y toda la música alternativa hispanoamericana que fue fundamental en los noventa.
Pero la hora de la verdad musical se vivía en las fiestas de la época, de salón comunal, eventos de choque cultural trópico-nórdico, en los que lo más fuerte que sonaba era “El Borrego” de Café Tacuba, “Puto” de Molotov y “V Centenario” de Los Fabulosos Cadillacs –con pogos que envidiaría Rock Al Parque–, y al lado de la grabadora Sharp de pilas siempre había un arrume de discos originales de Rikarena, Barranco, Ilegales, Aguja y Vinilo y NOW: That’s What I Call Music listos para ser alternados.
Supongo que algunos de los que me llevaban un poco más de años por delante escuchaban seriamente los éxitos de Jon Secada, Laura Pausini, Gianluca Griniani, The Cranberries, Simple Red o Ricky Martin, sin sonrojarse.
40 canciones
Lo anterior no es sino una introducción al listado que encontrarán a continuación. Diez años son mucho tiempo como para poder hacer un resumen justo de una década emocionante y diversa en materia de música. Además, para captar el espíritu de la época, falta más que burlarse de lo que a uno no le gusta.
Por esto, el siguiente conteo trata de recoger las canciones más representativas de esos años por diferentes razones. El rock y el grunge, claro, tienen que estar, pero siento que el espíritu noventero, más allá de gustos, se siente mucho más en el pop, los sonidos chicludos y coloridos del house, de Dr. Alban, Ace Of Base, Technotronic, o de Haddawy.
Mis 40 canciones son entonces un mix bastante ecléctico, sesgado y personal. Los invito a disfrutarlo con mente abierta: tal vez les sirva para recordar buenos momentos o revivir sus más profundos guilty pleasures.
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