Se cambian secretos por dibujos
Secernere es un proyecto artístico que ha crecido durante la pandemia. En él, las personas mandan secretos personales sin dar a conocer su identidad para ser transformados en ilustraciones. ¿De dónde surge esta fascinación por querer revelar lo que deliberadamente ocultamos?
Ilustración de Mariana Gil para Secernere
l 14 de abril de 2020, a las ocho y veintitrés de la noche, una persona ingresó a un formulario de Google creado por la artista medellinense Mariana Gil. Allí escribió de forma anónima la frase “me da asco el sexo”, como respuesta a la única pregunta que había en el cuestionario y le dió “enviar”. Este intercambio quedó registrado, no solo en una tabla de Excel en la que hay decenas de secretos de otras personas, cada uno con la fecha y hora exacta en que fueron enviados; sino también en una imagen, que es el resultado de un pacto entre artista y confesante.
Unos días más tarde, alguien entró a ese mismo formulario y escribió, también anónimamente, que creía que su novio era la persona que sentía asco del sexo. Otro contó que había penetrado a su pareja con un pepino que luego se comieron en una ensalada, y otro más dijo que alguna vez había comido mierda. Todos ellos recibieron, a cambio de su honestidad, una imagen y la satisfacción (quizás) de haber revelado algo que ocultaban.
Ilustraciones de Mariana Gil para Secernere
Todas estas confesiones se convirtieron en parte de Secernere, un proyecto artístico que ha existido en diversas formas desde el 2015, pero que en esencia consiste en recibir secretos que la gente envía de manera anónima, los cuales son transformados en una pieza artística, en este caso, una ilustración. Secernere es una palabra en italiano que significa “secretar” (se pronuncia sechérnere), verbo que a su vez comparte una raíz etimológica con la palabra “secreto”. Esta relación entre lo que queremos esconder y las secreciones como algo asociado al cuerpo que causa vergüenza, es parte del concepto que la autora del proyecto, Mariana Gil, busca explorar.
Secernere ha existido de forma intermitente durante los últimos cinco años, pero se empezó a consolidar seriamente desde el año pasado. Hizo parte del 45 Salón Nacional de Artistas donde tomó la forma de un acto performático en el que Mariana y otras personas leían los secretos en voz alta en medio de música y sonidos atmosféricos. También hizo parte de una exposición de artistas emergentes organizada por la Cámara de Comercio de Medellín. Y ahora, gracias a la pandemia, está encontrando nueva vida en internet, en una cuenta de Instagram donde constantemente suben nuevas imágenes.
Ilustración de Shunikuz para Secernere
El proyecto también ha crecido gracias a los ilustradores invitados que han dibujado secretos para la página. Personas como Daniela Hoyos, Catalina Vásquez, La Watson, el ecuatoriano Shunikuz, entre otros, son algunos de los que también han participado, ya sea por invitación de la autora o porque lo han solicitado. Según ella, el aspecto comunitario y colaborativo que ha adquirido Secernere recientemente es algo de lo que más le gusta del proyecto. Además, es una buena forma de liberar cargas, ya que la cantidad de secretos que recibe es demasiada para una sola ilustradora.
De acuerdo con José Olascoaga, quien también dibujó un secreto para Secernere, parte del valor de este ejercicio tiene que ver con darse cuenta que a muchos de nosotros nos suceden experiencias similares, y que podemos identificarnos con las vivencias de los demás. La ilustración que él realizó hablaba de una mujer que se involucra sentimentalmente con un amigo de su expareja, a quien aún extraña. “Hice varias ilustraciones hacia lo erótico, el sexo, pero me di cuenta de que lo fuerte del secreto era el vínculo que todavía existía entre ella y el man. Eso fue lo que me pareció bello y real”, cuenta José.
Ilustración de José Olascoaga para Secernere
La posibilidad de contar nuestros secretos de manera anónima y luego verlos transformados en arte puede servir para algunos como un ejercicio de catarsis, aún cuando muchos de esos secretos se quedan en en la tabla de Excel del formulario. Quizás esa es la razón por la que durante estos cinco años, varias de las personas que sabían del proyecto seguían enviando sus secretos aún cuando este no estaba activo. “Hay cosas que uno no se imagina que ocurren y gente que las está viviendo, y si deciden publicarlo de esa manera es porque les pesa de algún modo”, complementa José.
La mayoría de secretos que llegan al documento de Excel tienen que ver con amor, desamor, sexualidad, asuntos del cuerpo y temas escatológicos, pero también hay quienes confiesan traumas de la niñez, abusos sufridos y asuntos que les generan depresión. Es lo complejo de tener un buzón abierto para que cada quien envíe las cosas que guarda en lo más profundo de su personalidad. De acuerdo con la autora, “llega mucha oscuridad”.
Ilustración de Mariana Gil para Secernere
Respecto a esto, Mariana explica que hay una instrucción para todos los que reciben la tarea de ilustrar un secreto para Secerene: evitar al máximo emitir juicios morales. Ella afirma que cuando alguien le comparte un secreto, siente que adquiere un compromiso con esa información, a pesar de que no sepa quién es la persona o incluso contemplando la posibilidad de que le envíen alguna mentira (lo cual puede suceder ya que es anónimo y no hay forma de verificar la información). “Siempre he sentido que es un voto de confianza y es lo que les digo a los dibujantes que se suman, evitar al máximo hacer un juicio moral, incluso con los secretos que tienen que ver con abusos y son terribles. Yo siento que hay una gran responsabilidad a la hora de dibujarlos”.
La carga de recibir tanta información sensible y muchas veces dolorosa ha llevado a Mariana a considerar varias veces abandonar Secernere. No obstante, a medida que ella y el proyecto han madurado artísticamente, ha comprendido mejor los límites de ese intercambio y la forma en la que puede retribuir a quien dejó su secreto por medio de las ilustraciones. “Creo que Secernere tiene éxito porque la gente tiene la tensión de querer siempre sus secretos a alguien, incluso querer que todo el mundo lo sepa. Ahí radica el éxito, en querer ocultar pero a la vez revelar”.
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