El Mundo en llamas ilustrado por Mr. Serranovski
Con un tono picante en una gama de rosas y morados, la obra de Mr. Serranovski retrata dilemas de la vida, el capitalismo, la neotusa y la nostalgia. Decidimos darle una mirada a la historia y estilo de Felipe Serrano, quien estará al frente de un Drink and Draw este sábado en su exposición en Casa Diáspora en Bogotá.
“Soy un tipo de jamón, ilustrador y director de arte. Dibujo lo que necesites y viajo a donde sea”, es como se describe a sí mismo Mr. Serranovski en su perfil de Behance. Este abrebocas sintetiza muy bien su trabajo y los pilares que lo componen: la cultura pop, la cotidianidad, el humor y la sátira. Ese que lo hizo parte de una de las muestras del Salón Visual Bacánika –cuya convocatoria ya está abierta para este 2024– y un colaborador frecuente en esta revista.
Nacido en Popayán, pero criado en las lomas manizaleñas, Felipe Serrano, el man que ha dedicado su vida a avasallar cuadernos y libretas con dibujos. Hoy está detrás de El Detective Estudio y de la firma Mr. Serranovski: un ilustrador que se ríe de las desgracias antes de que estas lleguen. Las ilustraciones de este artista manizaleño llaman la atención desde los primeros segundos con una paleta de colores que juega entre los rosados, el fucsia, el morado y sus variaciones, según lo decida. El segundo componente es la cotidianidad, pues cada pieza es un guiño a los dilemas de la vida, el capitalismo, la neotusa y la nostalgia. Esta fórmula, acompañada de trazos desenfadados y minimalistas, resumen la obra de un artista que abrazó su caos y creó sus propias reglas.
Desde niño, lo único que entretenía a Mr. Serranovski era dibujar. Intentaba que todo lo que estuviera a su alcance se tratara sobre su pasión por ilustrar, desde las caricaturas hasta los cómics. Replicaba a Bugs Bunny, Condorito, Gokú o Los Caballeros del Zodiaco con unos trazos tan fieles que parecían fotocopias. Mr. Serranovski fue ese personaje que vendía sus dibujos en el salón de clases.
Si bien hoy en día su trabajo va desde el diseño gráfico, pasando por el muralismo y la ilustración hasta el copywriting, encontrarse y formarse en cada uno de esos formatos fue un proceso que le tomó años. Como a Hannah Montana, conocer lo mejor de dos mundos le sirvió a Mr. Serranovski para lograr el tono picante y mordaz propio de su obra que aprovecha su experiencia en la ilustración y la publicidad.
En 2010, tras graduarse como comunicador gráfico publicitario de la Universidad de Medellín, comenzó a trabajar como creativo gráfico. “Mis jefes se dieron cuenta de que sabía ilustrar, que tenía un poder gráfico diferente al del computador, no solo en Illustrator. Luego me comenzaron a pulir pidiéndome cosas más específicas, como imitar ciertos tipos de diseño o ilustración”, cuenta Mr. Serranovski sobre su primera experiencia profesional.
Luego de dedicarse como creativo en agencias de publicidad como DDB, CBW, JWT y Sancho BBDO, Mr. Serranovski logró agudizar su sensibilidad hacia aquellos gustos colectivos que permiten crear una conexión más cálida y directa con la audiencia o los clientes. Durante casi una década, trabajó para empresas como Nestlé, Bancolombia, Banco Caja Social, Empresas Públicas de Medellín (EPM), Something Special o Bayer.
La cercanía de Mr. Serranovski con la publicidad es fundamental para comprender sus ilustraciones. Eso sí, sostiene que su papel no es el mismo en Mr. Serranovski y en El Detective, proyecto personal y profesional en el que continúa prestando servicios de diseño y publicidad. “Mr. Serranovski pinta rosado, chistosito y sensual. El Detective resuelve necesidades, resuelve casos”, aclara.
“Mi estilo no es tanto el resultado de las influencias o los referentes que tengo, sino más bien de una búsqueda de cómo quería que se vieran las cosas. También estudié dirección de arte y al trabajar con marcas, uno entiende que los proyectos deben tener cierto look. Pero no tenía eso, solo el nombre. Luego incorporé mis cosas, como la frase ‘Perdón por no ser Ryan Gosling’. Me la inventé por allá en 2011”, explica Serrano sobre su trabajo.
En el génesis de su obra, diferentes tonalidades de azules y verdes conformaban la paleta que predominaba en sus ilustraciones. Paulatinamente, el rosado comenzó a hacerse presente, aparecía en detalles o sombras hasta que dominaba imágenes completas. Para Mr. Serranovski, el brote del rosado en sus dibujos fue tan poderoso y atrajo a tantos que hoy es su toque personal. Contrastando los tonos rosas, están sus trazos, a los que define como “punkeritos”, pues buscan ir al grano y ser sencillos, eso sí, sin perder la armonía y el balance propio que aprendió por años como creativo gráfico.
Detrás de cada pieza está la vulnerabilidad humana y las relaciones, pero presentados a través de la ironía. Esa burla a las consecuencias de las decisiones, a lo autóctono del país y a ser adulto en el siglo XXI es el punto ideal en el que cualquiera puede sentirse identificado. También está la música, musa que persigue desde la adolescencia. “Me gusta contemplarme como si fuera un Blink-182 de la ilustración. Vengo mucho de la música, no soy músico, no toco, pero me gusta mucho. Es la que me da una estructura sobre la que yo puedo trabajar”, agrega.
La última obra de este artista salió de la pantalla para estar presente en una serie de murales y piezas al mejor estilo Mr. Serranovski: en tonos rosas y morados mientras todo se está quemando. Su exposición “Mundo en llamas” fue presentada en Diáspora Ideas Migrantes, una consultora que asesora proyectos artísticos y culturales.
La exposición, que estará disponible hasta el 15 de junio en Casa Diáspora en la Calle 58 #19-25 en Bogotá, es una crítica al consumismo y al poder de las grandes industrias como las empresas y los bancos, plagada de acidez y color propios del artista. “El centro de Mundo en llamas es que estas corporaciones son las dueñas de su propio fin. La sociedad sigue bien o mal, podemos volver a las cavernas y matarnos y quedar poquitos, pero el planeta no se acaba cuando morimos nosotros”.
Mundo en llamas sigue resumiendo el proyecto de Mr. Serranovski, pero expandido: tomar una problemática o asunto colectivo que no tiene solución y que tampoco es el fin del planeta ni el de nuestras vidas, como vivir una tusa o seguir en un trabajo que odiamos, para darle una vuelta ácida. En la vida como en las imágenes de este ilustrador, el secreto para pilotear las olas del destino sigue siendo reírse y seguir.
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